El pasado miércoles nos desplazamos a Belmez, en la provincia de Córdoba. Nuestro paso por este maravilloso pueblo no fue cosa del azahar, aunque bien es sabido que, en esta época del año, puede dejarse intuir su fragancia. En nuestro caso nos vimos embriagados por otro aroma, algo novedoso dentro del marco académico: este era sin duda alguna el olor del inconformismo.
La Escuela Superior Politécnica de Belmez abría sus puertas a nuestro equipo, convocado por cierto por la Cátedra de Emprendimiento y Liderazgo de la Universidad de Córdoba. Una vez dentro nos encontramos con un grupo de jóvenes inquietos y con muchas ganas de comenzar.
Habiéndonos presentado y sabiendo que nuestra presencia no pasaría desapercibida, decidimos comenzar la sesión levantando el culo de la silla. Bastantes horas pasan ya sentados, creedme, no hace tanto que salí de la Universidad. Tras una dinámica un tanto movidita y habiendo activado músculos y cerebro comenzaba la verdadera acción. Nuestros jóvenes comienzan a dar respuestas a todas las preguntas como si de un concurso se tratase, incluso llegan a generar debates entre ellos mismos. Parece ser que nuestro tema, “la creatividad”, genera controversia. Es algo que por desgracia en el ámbito académico, suele sonar a nuevo.
Cogiendo mas de una y de dos conclusiones de las que ya nos habían brindado, hacemos una batida de respuestas a las dudas generadas e introducimos los conceptos teóricos mas fundamentales asociados al tema en cuestión. Es después de esto cuando llega nuestro momento favorito, justo ese instante cuando en el aula aparece todo lo que tiene que aparecer: Activación, Unión, Liberación y Atención.
Dividimos la clase en cuatro grupos de trabajo para demostrar que la creatividad no es un don innato o algo ligado exclusivamente a los artistas, queríamos demostrarles que para ser creativo solo es necesario tener una actitud propositiva y saber qué herramientas utilizar. Tras una serie de metodologías disruptivas que duraron alrededor de 30-45 minutos pudimos contabilizar hasta un total de 48 ideas genuinas. Ideas por otro lado nacidas de la inspiración, pero ¿es esta inspiración cosa de la casualidad o de la causalidad? Nosotros lo tenemos bastante claro…
Minutos más tarde llegaba la no tan casual hora del descanso, varios de nuestros jóvenes se nos acercaron entusiasmados, mostrándose a la par muy críticos con el actual modelo académico. Menuda sorpresa les esperaba…
Subimos de nuevo al aula donde les tenemos preparada una segunda parte un tanto especial. Actualmente existe un problema y es que el número de alumnos matriculados cae cada año que pasa. Tarde o temprano, el campus necesita un remodelado para que este vuelva a recuperar su estatus y pueda ser competitivo. Este declive puede estar vinculado a varios factores, pero ¿qué opinaran nuestros jóvenes?
Sorprenderá seguramente a algunos la claridad y contundencia de las respuestas ofrecidas por ellos, que mediante metodologías participativas y dispuestos una vez más en grupos (en este caso tres) vislumbramos lo que a ellos les preocupa, las soluciones que aportan, y lo creativos que pueden llegar a ser. Mal no le haría a la Administración (sea la que sea) escuchar de vez en cuando al sustento de su sueldo. Tras unos minutos desarrollando el ejercicio planteado observamos que les sabe a poco, pues estaban poniendo el 120% de sí mismos para plasmar todo lo que se les pasaba por la cabeza. En el transcurso del ejercicio se podía palpar que para ellos no era una dinámica más, cogieron los rotuladores y se volcaron por completo.
Para finalizar la sesión cada grupo expuso un listado de sugerencias, con su mas que justificado razonamiento, para reflotar el campus. Entre ellas: un panel de aportaciones colectivas, ampliación de la oferta académica, planes de ocio, aprovechamiento del entorno, integración del pueblo en la vida universitaria, incluso un nuevo modelo evaluativo. En fin, locuras de los estudiantes ¿no?
Lo que en principio podría haber sido otro taller más, resultó ser un complejo proceso mediante el cual pudimos exprimir la versión más creativa de nuestros participantes, ofreciendo respuestas inteligentes que, de ponerse en práctica, puede que faciliten la supervivencia futura del campus universitario.
Jose M. Vera