Soy titulada en Ciencias Económicas. Y de eso hace ya algunos años. ¿Por qué lo cuento? Porque (des)afortunadamente esto me ha inhabilitado de por vida para soñar despierta, revolotear sobre las nubes o escribir poemas románticos. Yeah… lo que estudias sesga tu modo te pensar y percibir la realidad. Casi siempre. Recuerdo sufrir y aprender a partes iguales en primero de carrera, con 12 horas semanales de Microeconomía, y un tal Karl Popper machacándome con su lógica científica.
Claro que no he descubierto nada nuevo con la última afirmación. ¿O sí? Cada vez que escucho cómo desde algunos ámbitos se aboga por estrategias y enfoques pseudo-revolucionarios de Employer Experience, o se propone crear un puesto de Chief Happiness Officer, mis tripas de economista se revuelven. Y sigo con una duda existencial ¿nos pondrán un mago que de repente convertirá las empresas en parques de atracciones mientras el trabajo se hace sólo?
Mi primer trabajo lo tuve con 18 años. Fue divertido, pero no era para nada “irse de juerga”. Luego ya, según tu sesgo, disfrutas más con el proceso o con el resultado, pero siempre, repito siempre, “si trabajo fuera juerga, se llamaría hobby”. Véase, económicamente hablando, trabajamos para intercambiar nuestro tiempo y/o conocimiento por una remuneración. Satisfacciones adicionales son como un bonus. No nos engañemos. Y para un bonus hay que hacer algo más o mejor de lo exigido.
En serio, ¿las empresas que hasta ahora machacaban a cada “bicho entrante” (desde el becario hasta nuevos directivos) ahora quieren innovar su gestión de Recursos Humanos (y válgame la paradoja, lo siguen llamando así) generando programas de Employer Branding hiper-disruptivos para presentarse como “paraísos para trabajar a gusto”? Y ya no menciono empresas en las que se entra cada día “picando la ficha”, que presumen de crear “un puesto que no solo hará felices a los trabajadores sino también a los propios empresarios, ya que hay estudios que hablan de un aumento del 60-80% de la productividad” (Chief Happiness Officer).
¿En serio? Una estrategia de “happiness” que te aumenta el 60-80% de la productividad, y que satisfaga a la vez los trabajadores y los empresarios… ¿alguien más ve algo incoherente aquí?¿por qué no se ha hecho antes? ¿Por qué no lo hacen todos ya?
Señor@s, inocular felicidad a la fuerza lo veo tan forzado como encajar el zapatito de cristal a la hermanastra mala de Cenicienta. Racionalmente pensando -especialmente en empresas intensivas en conocimiento- o existe implícita o explícitamente una apuesta por mejorar la Experiencia de Empleado como parte de una política integral de gestionar la empresa o a esta nueva tendencia happy-happy se la llevará el viento, tal como la trajo.
Para mí, quizá sea lo de Económicas lo que me abre los ojos y me pone pies en el suelo, pero entiendo que el Employer Experience debe limitarse a ser coherentes y optimizar (ni mejorar, ni maximizar, OPTIMIZAR) estos tres binomios:
1 Objetivos Exigidos vs. Remuneración y Reconocimiento
2 Trabajador-Recurso vs. Trabajador-Persona
3 Crecimiento Profesional vs. Crecimiento de la Empresa
Siendo coherentes en la definición de estas relaciones puede ser esbozada una estrategia de Employer Experience. Ya otra cosa es que puede que no salga muy apetecible porque en realidad como entidad no se haya alcanzado el equilibrio en ninguno de esos puntos. O puede que, quien sabe, puede quien esté pensando en el happy-happy sin haberse planteado jamás nada de esto antes, y haberlos haylos.
Siento ser tan cínica pero no creo que ningún directivo sea capaz de poner en marcha algo más que estas tres líneas. Mejorar el clima laboral, atraer talento, comunicar con sinceridad y cercanía, promover espacios genuinos de participación y colaboración más allá de las tareas del día a día… Una estrategia de Employer Experience no siempre tienen que pasar por el diseño de actividades-espectáculo, para el disfrute de las masas (de esos recursos humanos). La estrategia para conseguir la felicidad o es bottom-up correctamente facilitada o los riesgos son enormes. La percepción de estar siendo manipulado es el mejor argumento para no ser feliz en tu trabajo.
Y el Happiness ya si eso me la traigo de casa.
Inés Skotnicka